jueves, 5 de septiembre de 2013

"Estand" es la castellanización de "stand"

Foto: SCI
En coincidencia con la 108 ª edición de la muestra agroindustrial Expo Prado 2013 es oportuno recordar que la palabra stand, de procedencia inglesa, tiene ya un equivalente castellanizado: estand.

Como en todos los casos en que una lengua toma palabras de otras, se trata de un proceso llamado préstamo lingüístico. En nuestro idioma hay muchísimos ejemplos, especialmente de términos provenientes del inglés. En esos casos, al principio es común la tendencia a escribir la palabra con la grafía de origen, sin embargo, con el transcurso del tiempo el término castellanizado se vuelve familiar.

Así, es posible pensar que la misma resistencia que genera la expresión estand se ocasionó cuando la Real Academia adoptó términos como fútbol (a partir de football), estadio (de stadium) o estándar (de standard), por citar algunos ejemplos.

El término estand se encuentra en la versión digital, avance del  Diccionario de la Real Academia, con el significado: “Instalación dentro de un mercado o feria, para la exposición o venta de productos”.

Tal como designa el Diccionario Panhispánico de Dudas, el plural de esta palabra se forma agregando una "s" al final, igual que en todos los términos finalizados en grupos consonánticos, procedentes de otras lenguas.  Así, el singular es estand y el plural, estands.

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10 comentarios:

  1. No me gusta mucho. Creo que me quedo con la palabra "puesto", muy usada en el Perú.

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  2. ¡Muy cierto! La RAE sugiere "pabellón", pero ese tampoco me gusta demasiado. Saludos, estimada. Deportivamente, estaremos enfrentados por estos días, no obstante, te envío un abrazo desde Montevideo.

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    1. La palabra “estand” es uno de esos casos de importación de términos extranjeros donde el hispanohablante puede pronunciar los fonemas sin cacofonía y con naturalidad.

      Si bien prefiero la palabra tablilla iPad (por “tablet”) o lector electrónico (por “e-reader”), no me extrañaría que se imponga la palabra “tableta” por ser calco y por razones fonéticas.

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    2. En cuanto a pabellon, Martín, el tema es que se trata de un hiperónimo (en el caso de las ferias comerciales). Un pabellón tradicionalmente contiene varios estands, ¿verdad?

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    3. Muchas gracias Mario. Como hemos comentado, la cantidad de préstamos lingüísticos modifica a la lengua en forma continua. Un ejemplo que no me gusta demasiado es "empoderamiento", que la RAE aprobará en su próxima edición del diccionario.

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  3. Me permito discrepar contigo en alguno de los puntos que formulas acerca de los préstamos lingüísticos.
    Primero, más que préstamo, lo que se hacen los hablantes es la apropiación de un término. No se lo toma para luego devolverlo, condición que define al préstamo, a pesar de que la RAE no considere el reintegro en la definición referida a lingüística.
    La incorporación a nuestro lenguaje de palabras extranjeras más califica como hurto (RAE: Delito consistente en tomar con ánimo de lucro cosas muebles ajenas contra la voluntad de su dueño).
    Las razones de tal desmán ni siquiera justifican el acto. No robamos por necesidad, sino por moda o pereza. “Me gustó esta palabra y la utilizaré de ahora en más”, o “Me da mucho trabajo buscar un sinónimo o la definición correcta, así que mejor lo digo en otro idioma, que además suena re cool.
    La tropelía ni siquiera asegura el enriquecimiento de la lengua que se apropia de expresiones extranjeras. Ejemplos abundan de tamaño despropósito, alguno de ellos incluso, a punto de despeñarse en el abismo de lo ridículo, y cito el uso de “deletear” en lugar de borrar, sin ir más lejos.
    Este caso corrobora que la apropiación lingüística no siempre enriquece el idioma al que se incorpora un término.
    Si bien es cierto que hay muchísimos ejemplos de palabras incorporadas a nuestro lenguaje desde el inglés, no es ni cerca la principal fuente de apropiación. Convengo en que tal vez en los últimos años el inglés sea una de las fuentes más evidentes.
    Sin embargo, como en ningún momento la definición de apropiación lingüística determina el tiempo de incorporación del término como factor a tener en cuenta, sostengo que es el árabe desde donde el castellano más se ha nutrido, y con gran belleza.
    El inglés solamente sirve, desde un punto de vista auditivo, para pedir pescado y papa hervida sin mayores problemas (ni condimentos). Como sabrás, hasta el siglo XVI, era uso y costumbre en la cultura occidental leer cualquier escrito en voz alta, aunque quien lo hiciera leyese solamente para él.
    Sostengo, sin mayores pruebas y la mayor arbitrariedad, que la abrumadora incorporación al acervo literario de textos en inglés a partir de ese siglo, fue lo que llevó a que los lectores abandonasen definitivamente la lectura en voz alta, al resultarles una práctica lesiva para su aparato auditivo y su buen gusto.
    Volviendo al punto, más de 4.000 palabras de uso común que hoy asumimos castellanas son de origen árabe. Entre ellas puedes destacar aceite, albóndiga, fardo, alcalde, cheque, zenit, aldea, café, sandía, berenjena, quilate o almohada.
    Sería un buen ejercicio hacer el listado completo, o la consulta a la RAE, a ver cuántas de las palabras contenidas en el diccionario ostentan el atributo “Del ár.”
    Fíjate hasta qué punto el árabe influyó en la lengua castellana, que el clásico Olé! es una interjección de ese origen, que significa algo así como ¡Por Dios!, y que como sabemos, se utiliza para manifestar la admiración por el desempeño de alguien, y se asocia a las tradiciones más hondas del pueblo de España.
    Otra punta de esta cuestión es que el perpetrador de la apropiación lingüística omite redondamente la ortografía del idioma del cual fue hurtada una palabra. El malviviente (y a veces peor hablante) se apropia de sonidos, que luego serán incorporados al lenguaje escrito con un grado incierto e imprevisible de respeto por la ortografía original.
    El caso del saqueo realizado al idioma árabe ejemplifica lo expuesto en el párrafo anterior, dado que ni siquiera ambos alfabetos tienen el mismo número de palabras, y ni que hablar de la escritura.
    A partir del uso común de algunas palabras “apropiadas” de lenguas con las que al menos compartimos alfabeto, la RAE ha procede a su castellanización (boulevard = bulevar / restaurante = restorán / football = fútbol).
    En este escenario supongo nos espera la castellanización de algunas palabras, entre ellas, “jonei”, “mailav”, “suiti” o “brader”. Ojala logremos acostumbrarnos rápidamente. Y ahora, con tu permiso, voy a lavarme los championes.
    Gran abrazo!
    Julio

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    1. ¡Muchas gracias, estimado!

      Coincido en que el uso de palabras de otros idiomas, práctica cada vez más frecuente en nuestros tiempos, es ciertamente evitable en una lengua con tantas palabras como la nuestra.

      Tomo apunte de la cantidad de términos que empleamos en forma cotidiana, provenientes del árabe, a fin de buscar más información al respecto y me quedo con la humorada de “malviviente”, para designar a quien descuida al querido español.

      Saludos cordiales, te agradezco nuevamente por haber dedicado tu tiempo a este querido blog.

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    2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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    3. Discrepo. Adoptar es enriquecer. No veo pecado alguno en adoptar términos de otras lenguas.

      ¿Qué no respetan nuestra gramática? Basta revisar la etimología de cualquier palabra para entender que las palabras evolucionan, muchas veces fuera de las reglas gramáticas o estructuras de la época. Nuestra labor es dar forma a esta evolución, no rechazarla por amedrentar lo acostumbrado.

      Es más importante que nuestra comunicación sea fácil de entender para el lector u oyente ("stand" en lugar de "estand"; "shampoo" en lugar de "champú") que seguir reglas arbitrarias de la RAE; reglas que en ocasiones son más moda que el mismo extranjerismo... o barbarismo, dirán los fundamentalistas lingüisticos.

      Mucho que pensar con tu aportación. Te lo agradezco.

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    4. Gracias, estimado:

      Es muy saludable que podamos opinar respecto a este fenómeno tan común en los tiempos que corren. Señal de que dedicamos un momento a la reflexión sobre nuestra forma de expresarnos. Coincido en que no hay nada malo en innovar, pero creo que también es necesario considerar que si existe un término en nuestro idioma que refiera a la realidad en cuestión, es oportuno considerar su uso al menos. Digo esto, especialmente pensando en palabras que nos pueden sonar extrañas pero que igualmente se imponen en nuestro hablar cotidiano.

      Te envío mis saludos. Un gusto recibir tu aporte.

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